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martes, 18 de octubre de 2011

Frente al Pacífico en Alenarte


JAPÓN SIN TÓPICOS, por Amando Carabias

El pasado once de marzo de este año, Japón saltó a las cabeceras de todos los medios de comunicación a causa del terrible terremoto que provocó un devastador tsunami. Esta ola gigante y voraz se llevó por delante varias ciudades costeras, engulló vidas, haciendas, infraestructuras, hospitales, escuelas, negocios y casi destruyó una central nuclear, con lo que el problema se hizo mayor y todavía preocupa a nuestra sociedad.
En junio de este mismo año, la editorial Isla del Náufrago (cuyos libros sólo pueden adquirirse a través de Internet http://www.isladelnaufrago.es/) editó Frente al Pacífico escrito por Montserrat Sanz Yagüe (Segovia, 1966), filóloga que vive y trabaja en la Universidad de Estudios Extranjeros de Kobe (Japón) donde ocupa una cátedra desde 1996.
Frente al Pacífico es un libro recopilatorio de artículos seleccionados de entre todos los que Montserrat Sanz ha publicado en el Adelantado de Segovia entre 2008 y 2011. Por tanto, ante nosotros tenemos un libro con doce artículos cuidadosamente seleccionados, donde desde el punto de vista de una española, se muestran aspectos de la forma de vida japonesa en gran parte desconocidos por el resto de Occidente: integridad, sentido de la belleza, esfuerzo, aceptación del destino, responsabilidad, colectividad, abnegación, servicio, respeto a los ancianos, educación, dedicación, sacrificio…
Quienes vivimos en ciudades llamadas turísticas estamos acostumbrados a ver transitar nuestras calles por grupos de japoneses que, cámara en mano, fotografían todo cuanto ven, tanto los monumentos más notables, como detalles ínfimos que a la mayoría nos pasan desapercibidos. Sin embargo, ¿qué sabemos del modo de ser de este pueblo? Sabemos que se trata de una nación puntera en tecnología. Sabemos que cuentan con tradiciones milenarias, aunque difícilmente podamos concretar alguna. Sabemos que son ceremoniosos. Sabemos que no destacan por exteriorizar en exceso sus sentimientos ni los de alegría ni los de tristeza ni los de frustración. Pero en general sus comportamientos se hacen extraños a nuestras mentalidades.
Recuerdo que una de las cuestiones más comentadas por los medios de comunicación occidentales desde pocas horas después del tsunami fue la reacción ordenada, pacífica e incluso tranquila del pueblo japonés que, de modo disciplinado, cumplía con todas las indicaciones y con todos los protocolos programados para catástrofes de este tipo. No hubo otras reacciones que tan naturales nos parecerían e incluso podrían ser disculpables a causa de tan extremas circunstancias. Escribe Monserrat Sanz al comienzo de la nota introductoria: “Atraer la atención sobre sí mismo es una de las peores cosas que podían pasarle a este pueblo, cuyos miembros tratan de pasar desapercibidos a toda costa en su vida diaria. Sin embargo, horas de informativos mantuvieron a millones de personas de todo el globo escudriñándolo con detalle. Si hubo algo positivo de esto fue que el carácter sobrio, digno y estoico de los japoneses quedó patente en las reacciones que siguieron a la destrucción. Muchos rasgos de su forma de vida resultaron evidentes para un Occidente que desconoce profundamente a este país y que, aunque lo ha despreciado o infravalorado en ocasiones, no ha podido por menos de sentir respeto y admiración hacia él tras su tragedia (…) Mi intención al recopilar y adaptar los artículos de esta manera es ayudar a los lectores a entender mejor las reacciones que quedaron manifiestas en las semanas posteriores al desastre, trascendiendo las fronteras de mi pequeña ciudad para llegar a cualquier lector, se encuentre donde se encuentre, que haya quedado intrigado por esta distinta cultura”.
He de confesar que los artículos, cuando fueron publicados por El Adelantado en su sección “Segovia desde fuera”, no los leí con atención. Y bien que lo lamento ahora, pues la cuidada y bella prosa de Montserrat es un placer para su lectura.
En mi opinión, el modo de escribir de Sanz Yagüe se caracteriza por la concisión en la idea y la mirada amable puesta en la cotidianidad de lo pequeño y el rigor desnudo en el dato que ofrece a nuestra consideración. En sus textos no encontrará el lector sesudos análisis económicos, sociológicos, científicos o psicológicos que pretendan explicar las reacciones de las mujeres y hombres de cualquier edad, profesión o condición durante los días y semanas posteriores a este desastre que aún, de vez en cuando, salta a la palestra de nuestros medios informativos, normalmente entintado por expresiones más bien sensacionalistas.
He de confesar que tras leer el libro, cambió mi percepción sobre esta nación y aumentó mi sentimiento crítico hacia el modo en que se abordan los desastres naturales por nuestros medios de comunicación que en demasiadas ocasiones superponen el negocio a la información.
Cuando en el mes de junio se presentó el libro, Montserrat Sanz estuvo presente en la sala a través de vídeo conferencia. Sus palabras, su gesto, su sonrisa cautivaron y emocionaron al auditorio. Estas mismas reacciones se producen al leer su obra. Aunque fuera a través de las imágenes de una webcam, entramos en el salón de su casa a una intempestiva hora de la madrugada japonesa. Aquel día ya explicó algunos detalles que desbrozaron las ideas fuerza de estos artículos; pero me quedé con una sobre las demás: la solidaridad como mejor y más eficaz medio para sobreponerse a las situaciones complicadas. El pueblo japonés tiene injertado en su genética la idea de la colectividad y sabe que si deja de ser racimo no será nada. La dilatadísima experiencia milenaria de su historia así lo acredita. El pueblo japonés ha salido de situaciones complicadísimas apelando a este sentido solidario que se basa en el respeto, el esfuerzo personal y en el sentido del deber. Recordar las bombas atómicas sobre Hirosima y Nagassaki sólo es traer a la memoria uno de los botones de muestra más recientes.
Desvelaré un detalle que me impactó durante la presentación. Es sabido de todos que el transporte férreo por Japón es básico para su vida diaria. En uno de los trayectos en tren que habitualmente realiza la escritora entre su lugar de trabajo y su residencia, vio un cartel en el que la empresa prestataria del servicio solicitaba trabajadores como revisores y encargados de estación. Esto es lo que a continuación escribe Sanz Yagüe: “Indicaban [los carteles] la apertura del plazo de solicitud, y contenían la siguiente información, cuya traducción precisa se me escapa, porque es imposible captar la concisión y belleza de la oración en japonés. ‘Requisitos: personas para quienes los clientes sean lo más importante’ (o ‘personas que sepan mimar a los clientes’)”. 
De este modo, pues este tipo de detalle es el condimento esencial de Frente al Pacífico, la autora nos lleva por el texto para alcanzar conclusiones sobre el modo de ser nipón citado más arriba. Montserrat utiliza el método de contar los pequeños detalles, esas cosas de lo cotidiano que a menudo pasan desapercibidas. Uno disfruta leyendo porque a través de la mirada de la autora accede a la vida de estas personas. Es como si fuera de visita a Japón hospedándome en la casa de un amigo. Antes de trasladar las frases al papel, sus retinas han encontrado en lo sencillo y habitual la clave que todo lo explica. Y sin artificios ni alharacas cuenta lo que ha visto. Así el lector accede a la vida cotidiana de un pueblo y se explica por qué reaccionó de la forma en que lo hizo.
Otra característica de la escritura de este libro es que la mayoría de los doce artículos, podrían ser considerados como pequeños relatos. Mientras leía Frente al Pacífico, intuía a la escritora con vocación narradora. No se encontrará el lector, reitero, con sesudos análisis en el texto, sino con doce historias o doce reflexiones que lo aproximarán a algunos de los más profundos sentimientos de los japoneses, más allá de los tópicos. Y también descubrirá el lector la emoción contenida, esa emoción que subyace en determinados fragmentos, donde la grandeza humana revolotea en pequeños gestos.
El libro, cuidadosamente editado, como es norma de La Isla del Náufrago, cuenta con otro aliciente que el lector atento a los detalles y catador de la belleza sabrá apreciar: las delicadas ilustraciones, que en realidad son obras caligráficas debidas a la artista Tomoko Miyamoto, licenciada en Filología española, quien acompañó a la autora durante la presentación del libro. A poco que el lector sea observador y mire con calma, un poco ajeno a la velocidad que nos marca este mundo, se sorprenderá por el poder evocativo de estos trazos que para la mayoría de nosotros no son letras o ideogramas, sino ilustraciones, y mucho más al contemplarlas en el tamaño en que se nos ofrecen.
Hoy nuestra sociedad occidental está siendo atacada por una virulenta crisis económica que a pesar de haber sido causada por cuestiones ajenas a la mayoría de las víctimas, amenaza con llevarse por delante mucho de los avances conseguidos gracias al esfuerzo y valentía de generaciones anteriores a la nuestra. Quizá sea hora ya de poner los cimientos hacia un mundo un poco diferente, hacia un modo de entender la existencia que introduzca alguna novedad respecto de lo que nos lleva hacia un precipicio. Palabras como solidaridad, esfuerzo, respeto, sacrificio, responsabilidad y esperanza tendrían que ser piedras clave en este proceso. Estas palabras son las que Montserrat Sanz Yagüe descubre como parte de los cimientos de la civilización japonesa y que tantas veces les han permitido salir de situaciones trágicas y lo hace desde un retrato sencillo, ameno y riguroso.
Por último, señalar que la mitad de los beneficios obtenidos por la adquisición de este libro se destinarán a ayudar en la reconstrucción de la escuela primaria de Ookawa, en Ishinomaki, destruida por el terremoto y el tsunami. A consecuencia de esta catástrofe, murieron 74 de sus 108 alumnos y 10 de sus 13 profesores.
Este es el enlace a la Isla del Naufrago: http://www.isladelnaufrago.es/
  
Fuente:
http://alenarterevista.net/japon-sin-topicos-frente-al-pacifico-de-montserrat-sanz-por-amando-carabias/

1 comentario:

Amando Carabias dijo...

Gracoas por hacerte eco de esta reseña. Fue una gozada leer este libro que está editado con tanto cariño.

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